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¿Sabes lo que es el umbral de rentabilidad o el punto muerto de economía?
Da igual que seas de ciencias o de letras. Si trabajas por cuenta propia, necesitas entender este conceptillo para calcular cuándo empieza a ser rentable tu negocio, que no es poca cosa. Te contamos.
Nos ponemos modo profesores de economía. El umbral de rentabilidad, también llamado punto muerto, es el momento en el que los ingresos de tu actividad igualan a los gastos.
Cuando alcanzas el umbral de rentabilidad, la cantidad que ingresas como autónomo iguala a todos los los costes que tienes que soportar. A partir de ahí, empiezas a ganar dinero. Es, dicho bien y pronto, la puerta de entrada a los beneficios.
Suena a que es un sitio muy bonito ese umbral de rentabilidad, pero, ¿cómo se calcula? Pues coge papel y lápiz y apunta, que aquí te va la fórmula del punto muerto:
Q = CF/(PVun-CVun)
¿Qué, qué, qué? Si te los desglosamos un poquito ya verás como la cosa no es tan difícil. Vayamos uno por uno:
Es probable que, aún con el desglose anterior, no sepas muy bien cómo calcular tu punto muerto. Intentemos profundizar un poco más en cada uno de los elementos de la fórmula.
Los costes fijos son todos esos pagos recurrentes, mensuales. Los gastos que vas a tener que afrontar tengas o no actividad. Estamos hablando del alquiler de un local, la cuota de autónomos o tu mensualidad de asesoría online de autónomos, por ejemplo. Costes que tienes que afrontar y que no dependen de la cantidad de ventas que realices.
Los gastos variables, sin embargo, sí dependen de tu facturación, y cuanto más vendas, más gastos tendrás. La materia prima que utilices, si inviertes en publicidad un determinado mes, servicios esporádicos que necesites… la suma de todos esos gastos dividido entre el número de unidades vendidas será tu coste variable unitario, lo que te cuesta fabricar o producir un producto.
Estarás viendo que la fórmula del punto muerto es muy de producción y venta de bienes físicos, pero también funciona si vendes tus servicios. Lo que tendrás que hacer es dividir tus costes fijos entre el precio de tu servicio sin restarle nada porque probablemente, no tengas costes variables.
Pongamos ambos casos, un autónomo que vende productos y uno que vende servicios.
Paco vende bocadillos de calamares, ñami. Cada bocata cuesta 5€, así que ya tendríamos el dato para el precio de venta unitario. Cada barra de pan le cuesta 45 céntimos y, con cada una, puede hacer 3 bocadillos, así que, por bocata gasta 15 céntimos en pan. Los calamares los compra a kilo, y cada bocadillo lleva el equivalente a 1,20€. En total, entre la materia prima y otros pequeños gastos (papel de aluminio, servilletas, salsas…), por cada bocadillo Paco paga 1,80€. Además, soporta otros gastos fijos, como el alquiler del local, las facturas de la luz o su cuota de autónomos. En total, 960€ al mes de gastos fijos. Vamos a despejar entonces la fórmula con todos estos datos.
Q = 960 / (5-1,80)
Q = 300 bocadillos al mes
A partir de esta cantidad, Paco empezaría a tener beneficios, o lo que es lo mismo, 300 bocadillos es el mínimo que tiene que vender al mes para no perder dinero, el punto muerto de su negocio.
Vamos con el otro ejemplo, el de un autónomo que vende servicios
Emilia da clases de piano particulares. Cobra cada hora a 20€, así que ese es su PVun. No tiene gastos variables asociados a las clases, todos los que tiene son fijos: el local donde da clases, que le cuesta al mes 1.000€; por la factura de la luz y el agua paga de media unos 60€; por la cuota de autónoma, 80€… Su cuenta quedaría así:
Q = 1.140/ 20
Q = 57 clases al mes
¿Ves? Solo hay que tener muy claros los gastos fijos y variables de tu negocio, y a partir de ahí está chupado.
Saber cuál es la Q de tu negocio es vital porque será el mínimo que tienes que vender para no perder dinero. Imagina que Paco no vende 300 bocadillos o que Emilia no da 57 clases. Los gastos fijos están ahí, factures o no, por lo que no llegar a esa cifra significaría que estás perdiendo dinero por trabajar. Fuerte, ¿no crees?
Tener en cuenta estos datos puede ayudarte a organizar mejor tu negocio y a evaluar qué inversiones te conviene hacer o cuándo eres más rentable. Por supuesto, siempre que puedas disminuir tus costes fijos será más sencillo tener beneficios, ya que el punto muerto será más bajo y más accesible.
Aclaramos esto, que nos conocemos. No cuentes bajo ningún concepto el IVA dentro de tus gastos o ingresos, porque es un impuesto. Nuestros asesores fiscales siempre recomiendan a nuestros clientes que mantengan el IVA siempre separado de los ingresos porque es muy fácil contar con él como parte del beneficio y luego vienen los lloros cuando toca declararlo. Para evitar estas cosas, ya sabes, adiós al IVA que te llegue desde el principio.
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